«La educación debe ser una responsabilidad compartida.» (UNESCO, 2017).

Todos, en algún momento hemos escuchado que la escuela es el segundo hogar de los niños, y de igual manera el hogar es su primera escuela. Siendo ambos tanto escuela como hogar a la vez, resulta únicamente lógico que busquen trabajar de la mano.

De pequeños nos enseñaron que la comunicación involucra un proceso de intercambio, en donde el emisor transmite un mensaje al receptor, y en el cual el receptor a su vez se puede convertir en emisor. En términos de educación este intercambio de información resulta beneficioso, ya que establece una misma sintonía bajo la cual manejarse, crean- do espacios para la solución de conflictos y el establec- imiento de estrategias para el acompañamiento de los niños.

Este proceso de comunicación bilateral se aporta para el bienestar del niño:
La percepción de cuidado de ambas partes. Ambos mues- tran su interés, para ambos soy importante.

Se refuerzan las normas de convivencia social en diferentes ámbitos de la vida del niño.
El niño recibe información bajo un discurso similar por parte de diferentes personas que considera como sus modelos. Se establecen compromisos en conjunto en beneficio del menor.

Como lo dice un famoso proverbio africano “se necesita un pueblo para criar un niño”, esto nos hace saber que no es responsabilidad solo de papá o solo de mamá, tampoco es únicamente responsabilidad de los docentes; todos los involucrados en la vida de un niño tienen un granito que aportar. Para que esto funcione debe haber una comuni- cación activa entre los actores en la vida del niño, y desde ese espacio de apertura, comenzar a trabajar.

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